Y allí me quedé sentado, mirando. En la orilla observé que había agua estancada, sucia y maloliente. Sólo unos juncos la separaban del agua corriente, pura y cristalina. Contemplé la escena. Y después de reflexionar, decidí levantarme a buscar un palo. El mejor candidato se encontraba en el sitio menos deseable. Tuve que atravesar una zona de fango y llena de mosquitos para rescatar aquel largo palo. Una vez lo cogí, lo usé para apartar los juncos. Debido a su flexibilidad, conseguí finalmente apartarlos, notando cómo el agua cristalina comenzaba a mezclarse con el agua estancada, haciendo que ésta fuera más pura y limpia.
- Cuando en tu vida observas que hay una escena que no te gusta, ¿haces algo para cambiarla?
- Cuando observas el agua estancada, ¿observas también el agua corriente? ¿Eres capaz de ver más allá?
- Cuando observas los juncos, ¿te parecen obstáculos insalvables, o en cambio confías en tus habilidades?
- Cuando necesitas un palo en tu vida y el esfuerzo para conseguirlo es grande, ¿mojas tus pies en el fango?
- ¿Alguna vez te has atrevido a mover tus juncos? Inténtalo. A ver qué pasa...
2 comentarios:
Interesante reflexión, me gusta. A veces también es bueno dejarlo estar, verlos pasar,... mientras los comtemplas con ojos de paz.
Totalmente de acuerdo, Espiritu. Todo depende, en mi opinión, del momento por el que estés pasando en la vida. Hasta el agua estancada está ahí para enseñarnos una lección muy valiosa.
Gracias por tu comentario.
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