El experimento es fácil y sencillo: le das a un niño una nube de golosina y le dejas a solas en un cuarto. Le dices que se la puede comer, o esperar. Si espera sin comérsela, recibirá una nube extra.
Este experimento produce resultados dispares, y estos están estrechamente relacionados con la inteligencia emocional desarrollada en cada niño: pone a prueba su paciencia, su capacidad de automotivación y su resistencia a la frustración.
¿Y tú qué hubieras hecho?
¡Feliz Nochebuena!
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