El ser humano es un todo: cuerpo, mente, espíritu y emociones. Estos cuatro parámetros contienen toda nuestra energía vital, son una sola unidad.
Podríamos establecer la siguiente metáfora: la energía total de nuestro cuerpo es un río, y estos cuatro componentes podrían ser sus afluentes. ¿Qué ocurre cuando uno de los afluentes recoge menos agua? Que el río conducirá menos caudal. Es por eso que es muy importante centrarnos en mantener un equilibrio entre todas las facetas de nuestro ser. Todo repercute en nosotros.
Son de sobra conocidas las famosas enfermedades psicosomáticas. En ocasiones, el método científico no consigue descifrar el origen de ciertas enfermedades, sencillamente porque se encuentra en nuestra propia mente. Nuestros pensamientos nos pueden alzar a lo más alto o hundir en lo más profundo. De nosotros depende.
El desorden emocional afecta directamente a nuestro cuerpo, a nuestra mente y nuestro espíritu. Pensad en cómo os sentís físicamente al estar contentos, enfadados o tristes. Distintas sensaciones, ¿verdad? Hay estudios científicos que corroboran que las personas tendentes a enfurecerse son más propensos a las enfermedades cardíacas, mientras que las personas más depresivas tienen más posibilidades de padecer cáncer.
Todo lo que hacemos, decimos, sentimos y pensamos tiene eco en nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro espíritu. Todo está conectado.
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