sábado, 9 de abril de 2016

Tu autoestima vale 20€

Una profesora en clase saca de su cartera un billete de 20 euros y lo enseña a sus alumnos a la vez que pregunta: "¿A quién le gustaría tener este billete?". Todos los alumnos levantan la mano.

 Entonces la profesora coge el billete y lo arruga, haciéndolo una bola. Incluso lo rasga un poquito en una esquina. "¿Quién sigue queriéndolo?". Todos los alumnos volvieron a levantar la mano.

 Finalmente, la profesora tira el billete al suelo y lo pisa repetidamente, diciendo: "¿Aún queréis este billete?". Todos los alumnos respondieron que sí.

 Entonces la profesora les dijo: 
"Espero que de aquí aprendáis una lección importante hoy. Aunque he arrugado el billete, lo he pisado y tirado al suelo... todos habéis querido tener el billete porque su valor no había cambiado, seguían siendo 20 euros. 

 Muchas veces en la vida te ofenden, hay personas que te rechazan y los acontecimientos te sacuden, dejándote hecho una bola o tirado en el suelo. Sientes que no vales nada, pero recuerda, tu valor no cambiará NUNCA para la gente que realmente te quiere. Incluso en los días en los que sientas que estás en tu peor momento, tu valor sigue siendo el mismo, por muy arrugado que estés".


domingo, 2 de febrero de 2014

¿Te sientes estancado?

¿Quién no se ha sentido alguna vez así? Existen momentos en los que percibes que no evolucionas ni avanzas, que te has quedado paralizado en lo profesional o en lo personal. Lo curioso es que generalmente tomamos conciencia de esa situación, sabemos que necesitamos un cambio, pero en ocasiones no sabemos cuál. Y esto trae inseguridad, que a su vez trae indecisión, que por último trae parálisis

Y esta rigidez es tremendamente peligrosa, porque como no nos decidimos, no actuamos, y como no actuamos, continuamos estancados, lo cual refuerza nuestra inseguridad y aumenta el miedo a cambiar. En muchos casos, el pensamiento latente es similar a: "como no sé a dónde quiero ir, mejor me quedo donde estoy". Y para mí, aquí reside el error.

La necesidad de cambio puede estar motivada por algo a lo que nos queremos acercar, o bien por algo de lo que nos queremos alejar. Con lo cual, la percepción de estancamiento es motivo más que suficiente para que muevas el culo, porque te está dando una información muy valiosa: necesitas cambiar algo. Y la rigidez, como ya he mencionado, no ayuda.

Además, considero que en la mayoría de los casos, esta sensación de desequilibrio y estancamiento consume tu energía vital. Piensa en lo siguiente: cuando montas en bicicleta y dejas de dar pedales, tu cuerpo empieza a desequilibrarse. En ese momento, ¿qué haces? Tienes dos opciones: luchar por mantener el equilibrio sin avanzar, balanceando tu peso de un lado al otro (lo cual es agotador), o dar pedales para avanzar. Esta última opción es mucho más fácil y natural.

La bicicleta no se inventó para mantenerse detenida mientras estamos subidos a ella, y nuestra mente funciona exactamente igual. En momentos de estancamiento, luchar por mantener el equilibrio sin movernos puede resultar agotador. Por ello, lo mejor es siempre avanzar, decidir, ir para adelante, a donde sea, pero moverse, cambiar algo aunque no tengas muy  claro el qué


Si tu bicicleta está en movimiento, cuando sepas a dónde quieres ir, siempre podrás cambiar tu rumbo. La inercia, además, te facilitará este giro. Si tu bicicleta, en cambio, está detenida contigo encima, tu única lucha consistirá en intentar mantenerte en pie, sin poder plantearte objetivos más elevados como a dónde quiero ir.

Me despido con una frase que creo que resume bastante bien el mensaje que he pretendido transmitir con este post:

"Si estás indeciso, decide."



domingo, 1 de diciembre de 2013

¿Qué te apasiona?

Mucha gente vive planteándose qué hacer con su vida, ya que sienten que algo no encaja, algo está descolocado: esa gente no está dedicando sus esfuerzos a su pasión. Y en la gran mayoría de los casos, esto ocurre porque no sabemos cuál es esa pasión. 

Pues bien, tras leer este artículo (muy recomendable si sabes inglés), quedé muy impresionado con algunas de las ideas expuestas. Lo que me pareció especialmente brillante fue el hecho de que normalmente, nos hacemos las preguntas equivocadas. Solemos preguntarnos ¿qué queremos en la vida? A lo que podemos contestar con cosas como tener una familia, un buen coche, trabajar en lo que nos gusta...es decir, contestamos obviedades. Eso lo quiere casi todo el mundo, no dice nada nuevo ni especial sobre ti.

La pregunta a platearse sería más bien: ¿Con qué disfrutas "sufriendo"? ¿Qué sacrificios haces "de buena gana"? Porque para conseguir algo en la vida, hay que sufrir, hay que pelearlo, hay que sudarlo. Y el problema es que, en la mayoría de los casos, queremos alcanzar de manera fácil objetivos que entrañan cierta dificultad, sin que tengamos que esforzarnos demasiado. Y el resultado, lógicamente, nunca llega. Pero lo que sí llega es la frustración.

Para que esto no ocurra, debemos aprender a entendernos, a descubrir qué nos motiva. A continuación ofrezco una serie de pasos sencillos que te pueden ayudar a descubrir dónde "no te cuesta" poner tu esfuerzo, porque tu motivación es tan alta que, en realidad, no te importa ni te supone un sacrificio especial. Descubre tus pasiones, y enfoca tus energías hacia esas actividades, porque te resultará gratificante comprobar que, al final, obtendrás buenos resultados con la motivación adecuada.
  • Escucha el feedback de la gente. Alguna vez quizás te ha pasado que alguien te ha dicho cosas como: "¿pero cómo puedes hacer eso? ", "no entiendo cómo puedes madrugar para hacer eso", "estás echando horas a eso como un loco", "qué pereza me daría a mí hacer eso que tú haces". Cuando escuchamos frases como esas, en realidad estamos obteniendo un mensaje valiosísimo: la gente de nuestro alrededor piensa que, eso que nosotros hacemos con todas las ganas del mundo, en realidad supone un gran esfuerzo para el resto de las personas. Esto es una buena pista para concluir que esa actividad nos puede apasionar.
  • Pregúntate ¿para qué?. Las preguntas son muy potentes. En este caso, encontrar un para qué a una actividad que te gusta, te permitirá descubrir tu motivación, aquello que te empujará adelante en los momentos malos, porque, más allá de la actividad en sí misma, comprenderás que existe un propósito mayor que te hace sentir bien, y eso te ayudará a continuar, incluso en los momentos menos favorables.
  • Piensa con qué se te pasa el tiempo volando. Cuando hacemos algo que nos apasiona, tendemos a intentar superarnos, a ir más allá, a conseguir el siguiente nivel. Esto, junto a la capacidad que adquirimos con la práctica, hace que muchas veces, entremos en lo que se conoce como estado de flujo. Explicado brevemente, este estado sucede cuando nos metemos de lleno en una actividad. Tanto, que perdemos hasta la noción del tiempo. Es un momento de plenitud en el que no existe nada más que tú y esa actividad. Si lo que tienes en mente te hace sentir así de vez en cuando, puede ser un candidato a ser incluido en tu lista de pasiones.

En resumen, descubre si una actividad puede ser una de tus pasiones escuchando lo que los demás comentan sobre ella, preguntándote cuál es el propósito último para el que lo haces (¿para qué?), y observando si llevándola a cabo se te pasa el tiempo "volando".


domingo, 3 de noviembre de 2013

Si quieres recoger, primero siembra

Con tu familia, con tus amigos, con tus proyectos, con tu trabajo, con tus retos. Lo que recibes en la vida no es más que un reflejo de lo que eres, de lo que das, de la energía que proyectas al mundo. Si quieres resultados, primero has de trabajar duro sembrando. Ocúpate de eso. La recompensa ya llegará, tarde o temprano, de una forma o de otra, pero siempre llega.



martes, 6 de noviembre de 2012

¿Existe la generosidad?

El otro día, hablando con dos buenos amigos, surgió esta pregunta: ¿existe la generosidad? Yo lo tengo muy claro: la generosidad, aun siendo un concepto abstracto, existe. Existe cuando un niño te da su piruleta aunque no tenga más. Existe cuando una persona deja todo para ir a curar niños enfermos en África. Existe cuando un amigo te invita a una caña. Con lo cual, es palpable que existen hechos generosos.

Ahora bien, la generosidad pura, como casi todo el mundo la entiende, es aquella con la que das sin esperar recibir nada a cambio, ¿verdad? Bien, es aquí donde me quiero detener. Bajo mi punto de vista, la generosidad es también egoísta. ¿Que por qué? Porque decir que es un acto realizado sin esperar nada a cambio, no es honesto. ¡Claro que esperas algo a cambio! Lo que ocurre es que no tienes por qué esperarlo necesariamente de la otra persona, también puedes esperarlo de ti mismo

Y me explico: ponte en situación, recuerda algún acto que hayas realizado recientemente que consideres generoso y por el que no recibieras nada a cambio. ¿Te sentiste bien haciéndolo? Lo más probable, si realmente piensas que fue generoso, es que te sintieras a gusto contigo mismo, en paz, feliz por hacer algo por la otra persona. Bien, entonces, aunque no recibieras nada a cambio de dicha persona, sí que recibiste un refuerzo positivo por tu acción a través de emociones placenteras. ¿Y acaso no es eso recibir algo a cambio de tu generosidad? 

En este punto quiero recordar una de las premisas de la Programación Neurolingüística: "ningún ser humano hace nada sin recibir un beneficio por ello". Afortunadamente, el hecho de que seamos animales sociales, hace que estemos programados para que esto ocurra así. Si las emociones no guiaran este tipo de actos, no conoceríamos la generosidad como tal. Por tanto, el hecho generoso ocurre debido a que somos seres emocionales.


Pero entonces, ¿la persona egoísta no recibe refuerzo positivo al hacer algo por los demás? Claro que sí, también lo recibe. Lo que ocurre es que, al tomar la decisión de dar o no dar, de manera inconsciente y casi instantánea, ponemos en una balanza, por un lado, el beneficio que obtenemos al obrar generosamente, y por otro, el beneficio que obtenemos al obrar egoístamente. ¿Y cuándo se inclina la balanza hacia un lado o hacia otro? Sencillamente, se inclinará hacia donde percibamos que el beneficio sea mayor. Si yo no te ayudo, quizás es porque valoro mi tiempo más que el posible beneficio que me pudiera aportar.

Puede sonar muy frío, pero realmente la diferencia entre una persona egoísta y una persona generosa, simplemente radica en la forma de valorar las cosas: el tiempo, el dinero, o incluso las personas. No pretendo con esto, justificar los comportamientos egoístas, sino más bien ayudar a entenderlos. Observemos que un comportamiento generoso tiene siempre doble premio: te hace sentir bien, y además refuerzas enormemente tus relaciones sociales.

martes, 4 de septiembre de 2012

Lo que me enseña el running: lucho por mis objetivos, no por los tuyos

Correr es un deporte solitario que, paradójicamente, permite que te encuentres con un montón de personas que están jadeando exactamente igual que tú. Unos vienen, otros van. A unos les adelanto, y otros hacen lo propio conmigo. Y en este punto me quiero detener.

Es un error muy frecuente cuando se entrena carrera de fondo enfocarse en lo que están haciendo los demás, y tomarlo como una referencia para nuestra propia percepción del éxito o el fracaso: "si te adelanto soy mejor que tú, si me adelantas soy un mierda". Mi experiencia indica algo muy distinto: puedes estar adelantando perfectamente a un campeón de maratón que esté realizando un ejercicio muy suave de descarga, y eso no significa ni mucho menos que seas mejor que él. 

Por otro lado, sin duda, si adelanto a un tío de 40 años y le humillo con mi vertiginosa velocidad, ese hecho demostraría que él es peor que yo. ¿Y si ese mismo hombre hubiera salido por primera vez en su vida a correr y estuviera rompiendo todas sus barreras físicas y mentales corriendo 2 km? Yo estaría realizando un entrenamiento normal en mi rutina de 10 km, y eso no significaría ni mucho menos que que yo fuera mejor que él.

Y entonces, ¿dónde está el truco? Si el que adelanta no es el mejor, ni el adelantado es el peor, ¿quién gana la competición? La respuesta es nadie. O mejor dicho, los dos. La clave está en que el éxito reside en la consecución personal de cada objetivo, y no es su comparación con los retos ajenos.


La vida también es una carrera de fondo, y en ella cada uno debemos correr nuestro propio camino. Debemos marcarnos metas muy precisas y luchar por conseguirlas sin importarnos lo que hagan los demás con sus vidas. ¡Ellos también están corriendo la suya y tomando sus propias decisiones! 

Si quiero conseguir 10000€ y alguien a mi lado consigue 12000, ¿debería sentirme mal? Todo depende de dónde coloques tu foco: si te has propuesto esos 10000 y lo has conseguido, deberías sentirte muy orgulloso, independientemente de lo que otros consigan. Eso sí, si el hecho de ver que el de al lado ha conseguido más te ayuda a motivarte, a superarte y a lanzarte en busca de objetivos más ambiciosos, ¡perfecto! A eso se le llama buscar inspiración en el ejemplo ajeno. Si este hecho va a cegar tu éxito con la envidia, pasa a ser un sentimiento destructivo que no te permite disfrutar de tus logros.

Disfruta de tus victorias sin comparaciones. Tus logros son tuyos, y de nadie más. Y si tienes ambición, ve a por ello. Pero no permitas que los éxitos o los fracasos de los demás dirijan tu propio bienestar.


viernes, 3 de agosto de 2012

¿Por qué enfrían los botijos?

La verdad es que cuando miro atrás a mi infancia, la figura del botijo durante el seco y duro verano extremeño siempre aparece en mi mente. ¡Qué agua más fresquita! Y es ahora, unos cuantos años después, cuando llega a mí un artículo (www.coffeedencial.com) de manos de mi padre (gracias, Papá) en el que se ofrece la explicación a este fenómeno. Lo transcribo a continuación:

El agua se conserva fría porque se "autorefrigera" debido al efecto de la "refrigeración por evaporación". Parte del agua que se encuentra en el interior del botijo se filtra hacia afuera a través de los poros de la arcilla, y al entrar en contacto con el ambiente seco exterior se evapora. Pero para pasar al estado gaseoso, el agua necesita energía (calor), y puede tomarla del ambiente, pero también del líquido que queda en el interior, bajando así su temperatura.

Curioso, ¿verdad?

jueves, 14 de junio de 2012

Lo que me enseña el running: aceptando las dificultades

Un día salí a hacer una media maratón yo solo, y lo recuerdo como el momento más duro que he pasado corriendo: el sol apretaba, mi cabeza no estaba en su mejor momento, la soledad...es por eso que físicamente me encontré mermado desde el km 7, y lo peor era mi preocupación por el bajo ritmo que estaba siendo capaz de mantener. Este malestar estuvo conmigo hasta, más o menos, el km 14, donde comprendí y acepté que ese día no iba a estar en mi mejor forma, y analicé mis dos opciones: seguir agobiado (y, posiblemente, sufriendo sin ser capaz de acabar), o bien aceptar la situación, adaptarme a ella bajando el ritmo, disfrutar en lo posible de este cambio y conseguir mi objetivo. Elegí lo segundo.

En la vida, cuando ocurren eventos inesperados que suponen un desequilibrio en nosotros, igualmente podemos elegir. Vale que ciertos imprevistos pueden ser una faena y pueden estar fuera de nuestro control, pero aún así, podemos seguir eligiendo la forma en que estos nos afectan.


Asumir la nueva situación y adaptarnos a ella lo antes posible es el camino para vivir sin agobios ni infelicidad. Y es el primer paso para, si es lo que queremos, poder cambiar algo con posterioridad.


domingo, 20 de mayo de 2012

¿Por qué nos engañamos?

Desde pequeño hemos oído de nuestros mayores que está mal mentir y engañar a los demás, pero pocas veces nos hablaron de algo que es mucho peor: engañarnos a nosotros mismos. ¿Por qué lo hacemos?

El autoengaño es, sencillamente, una defensa para, en muchos casos, no afrontar la realidad. A corto plazo vivir engañado produce un beneficio: evitar pasarlo mal haciendo frente a una situación poco agradable, por ejemplo. Sin embargo, a largo plazo el autoengaño no provocará más que problemas. Entre ellos, la sensación de no poder afrontar tus propias dificultades, con el consiguiente daño personal que eso conlleva.

Para combatir el autoengaño es necesario ser muy consciente de qué está pasando a nuestro alrededor, y para ello el feedback de nuestros seres queridos es fundamental. Nuestra visión está muy acotada, incluso a veces, tremendamente influida no por lo que pasa, sino por lo que querríamos que pasara.

En definitiva, bajo el autoengaño vive oculto el miedo: el miedo a asumir que la realidad es bien diferente a como nos gustaría que fuera. Y ante esto, si queremos ser felices, podemos actuar de dos maneras: aceptando que esta situación es la que es, o bien actuando para cambiar y reconducir nuestra vida hacia donde nos gustaría que en realidad estuviera. 

Vivir en una realidad ficticia, a la larga, no trae más que problemas.


martes, 8 de mayo de 2012

¿Por qué quejarte no te ayuda?

A menudo ocurre que nos quejamos por todo: porque el metro llega tarde, porque los precios suben, por la crisis, porque todo nos sale mal...Y yo me planteo, ¿de qué sirve la queja? Lo cierto es que la queja es una válvula de escape ante la rabia que puede suscitar en nosotros un hecho negativo. Es una especie de ayuda para "sacarlo fuera". Pero toda queja también tiene su lado oscuro...

Cuando te quejas, en el fondo y de forma inconsciente, te estás diciendo a ti mismo que ese hecho, que está fuera de tu control, te afecta. ¡Y claro que te afecta! Ahora bien, una cosa es que te afecte y otra muy distinta es que tu vida dependa de ello. Cuando te quejas, estás alimentando la creencia de que no controlas tu propia vida, puesto que hagas lo que hagas, siempre habrá algo que te joderá el día. 

Este hecho camina sobre la delgada línea del victimismo. Seguro que conoces a la típica persona que se pasa todo el día quejando por todo, como si el mundo estuviera en su contra, como si no pudiera hacer nada para evitar las cosas que le ocurren. En realidad, este comportamiento es un mecanismo de defensa para no asumir su responsabilidad. Es más fácil quejarse por todo que actuar para que las cosas cambien.

En resumen, las quejas hacen que pierdas el control sobre tu vida y evitan, en muchos casos, que puedas tomar decisiones para cambiar la situación que no te gusta, limitando tu responsabilidad y mermando tu autoestima.

Hay quejas adaptativas y muy sanas (como por ejemplo, cuando nos quejamos por un mal servicio en un restaurante). La clave en esta distinción es preguntarnos si quejarnos va a servir de algo. Porque si la respuesta es NO, estaríamos tirando piedras contra nuestro propio tejado, al sentirnos, sin quererlo,  impotentes e incapaces. 

Nosotros somos los dueños de nuestras propias vidas y tenemos el poder de decidir qué nos afecta y qué no, y de qué manera. Usemos ese poder para potenciarnos, no para limitarnos.