martes, 23 de junio de 2009

Aun queda humanidad

En 1967, con tan solo 18 años, el cabo Richard Luttrell se topó con un joven soldado del NVA (Ejército regular de Vietnam del Norte) en mitad de la espesa jungla asiática. Tras un duelo de miradas y balazos la muerte decidió escoger a su adversario. Richard recogió de entre los efectos personales una pequeña fotografía del joven vietnamita con su hija que le acompañaría en su tormento obsesivo durante toda su vida. 33 años más tarde el compungido militar consigue reunirse con aquella niña para pedir perdón y devolverle la insólita foto.

Este es el resumen de esta tremenda historia (la puedes ver completa en el blog donde encontré esta entrada), la cual ilustra la estrategia tomada por el cabo Richard Luttrell para liberarse de la culpa que llevaba arrastrando desde hacía 33 años.

El sentimiento de culpa se produce cuando llevamos a cabo una acción que no se corresponde con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esto, en ocasiones, es desgarrador, ya que lo hecho, hecho está, y no hay vuelta atrás. Hay una frase que me encanta: "Hay tres cosas que nunca volverán: la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida".

En efecto, no podemos deshacer lo que hicimos en el pasado; sin embargo, para tratar la culpa tenemos siempre dos posibilidades en nuestra mano: flexibilizar nuestra imagen (ya que a veces no nos reconocemos como personas humanas que también cometen errores), o realizar una acción compensatoria. Ésta última fue la elección del protagonista de nuestra historia.

Obviamente, esto no le iba a devolver a aquella niña vietnamita su padre, pero el vídeo nos muestra la importancia que este hecho va a tener para esta niña, ahora mujer, y también para el oficial americano, el cual se sentirá perdonado y mucho más aliviado después de esto. El perdón es algo liberador.



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